lunes, 20 de junio de 2011

¿COMANDANTE PRESIDENTE?


Leyendo hoy algunas noticias, me tropiezo con los tweets que @IzarraDeVerdad envía, donde se ven algunos documentos oficiales firmados por el Presidente de la República desde su convalecencia en Cuba (cosa cuya legalidad es discutible); pretendiendo demostrar así, la mejoría del mórbido mandatario. Salta a la vista, según se puede ver en la foto anexa, cómo en una sola hoja de punto de cuenta el ¿cargo? de Comandante Presidente aparece cuatro veces. Semejante cosa me conectó a mi artículo anterior, y como negar no puedo mi condición de abogado y me fui a revisar mi Constitución y asegurarme de lo que quiero decir.

El Artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice: “Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia:…/… 3. Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana, salvo las fórmulas diplomáticas”. Es decir, para referirse al susodicho solo es oficialmente aceptable “Ciudadano Presidente de la República”. Por si acaso las dudas, me voy a los artículos 225 y siguientes de la carta magna para cerciorarme, y sólo consigo cosas como estas: “Artículo 226. El Presidente o Presidenta de la República es el Jefe o Jefa del Estado y del Ejecutivo Nacional, en cuya condición dirige la acción del Gobierno.” . Sin embargo, mi necia incredulidad me dice: ¡de repente son vainas de algún edecán! y busco sobre la condición de Comandante en Jefe del Presidente de la República contenida en el Artículo 236, el cual reproduzco: “Son atribuciones y obligaciones del Presidente o Presidenta de la República:…/… 5. Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de Comandante en Jefe, ejercer la suprema autoridad jerárquica de ella y fijar su contingente.”. …. ¡Nada que consigo dónde aparece la cosa…Chico, métele a la informática! Y me dispuse a poner “Comandante Presidente” en la búsqueda del Adobe Reader que me espetó: “Reader finalizó la búsqueda del documento. No se encontró ninguna coincidencia”

¡Y es que no es ninguna coincidencia!

El desprecio por el significado de la palabra ciudadano (ver entrada anterior) es evidente, es parte del discurso político oficial hacer ver que el Presidente de la República no es igual al resto de los venezolanos, simplemente ni él ni nosotros somos ciudadanos. El Comandante manda, el ciudadano cumple deberes y ejercer derechos. En una suerte de Kim Yong il tropical, en malaza copia de los regímenes comunistas, el líder del régimen agrupa en su persona los intereses del pueblo y por ello, se encuentra sobre el bien y el mal, permitiéndose el ejercicio del poder hegemónico.

Un “Ciudadano Presidente” está sometido a las leyes. Sobre su ejercicio se ejercen diversos niveles de control legal, político y ciudadano; sus decisiones son producto de consultas a su equipo de gobierno, a los partidos políticos que lo apoyan y a los ciudadanos en general. Un “Comandante Presidente” da órdenes, manda, repite la fórmula aprendida en el cuartel “Ordene y entendido”; sus decisiones son tomadas desde “la soledad del poder” (ver Carta al Chacal) creyendo que su saber y entender recoge la voluntad nacional y si no ¡Se la calan!. “Comandante Presidente” es la versión contemporánea de “Benemérito”, “Caudillo”, “Jefe”, “Duce”, “Führer”, es la personalización del Autoritarismo. Un “Ciudadano Presidente” es tal, por haber llegado por los votos. Un “Comandante Presidente” llega por vías de hecho. La legitimidad de la razón o la fuerza. Pudiera pensarse que se trata de adulancia rastrera, pero lo cierto es que el detentador del poder firma orgulloso sobre la línea “Comandante Presidente” lo cual evidencia su consustanciación con el desprecio a la ciudadanía.

La pérdida del tratamiento de ciudadano, opera en una relación “inversamente proporcional” entre el ciudadano común y el ciudadano que ejerce el poder público. En el caso del ciudadano común dicha pérdida implica la cesión de derechos y el incremento de deberes ilegítimos, para el funcionario dicha pérdida implica una disminución de responsabilidades y el incremento de la discrecionalidad arbitraria.

Hacernos llamar ciudadanos cada vez que sea posible puede ser un buen comienzo. Debemos insistir al liderazgo político alternativo que se dirijan a nosotros como ciudadanos. Para lograrlo, es fundamental conocer nuestros derechos y deberes fundamentales y buscar en el quehacer diario oportunidades para hacerlos valer o cumplirlos según sea el caso. Una clave nos deja Don Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”







viernes, 10 de junio de 2011

¿Dónde están los ciudadanos?


Me motivó iniciar una serie de artículos sobre la ciudadanía, una conversación que sostuve recientemente con un amigo de vieja data, cubano de nacimiento y venezolano de elección. Matizada la conversa con un buen tabaco cubano y un exquisito ron venezolano, me comenta que ya hace algunos años se consiguió en las calles de Caracas a un amigo de la infancia que estaba por estas tierras como integrante de la misión médica cubana que maneja nuestro sistema de salud; lograron hacer un tiempo para conversar y su amigo médico, contándole de su experiencia en Venezuela, le pregunta: ¿Qué manía es esa de que todos los documentos oficiales deben comenzar dirigiéndose al destinatario con “Ciudadano”?,….Ciudadano Ministro de…., Ciudadano Director de…., Ciudadano Doctor…., etc. Este amigo de inmediato recordó las razones por las cuales se vio forzado a salir de Cuba y le explica a su interlocutor que además de ser la forma constitucionalmente correcta, en Venezuela es un orgullo ser ciudadano porque nos iguala a todos en nuestros derechos políticos, que por muy Ministro, Director o Doctor que seas, antes de eso eres Ciudadano como cualquier otra persona. Mientras termina su relato, lo interrumpo y le pregunto: ¿Tú estás seguro que los venezolanos estamos orgullosos de ser ciudadanos?, pues primero me vino a la mente el estado general de las cosas y la corresponsabilidad que tenemos en que así estén, a los derechos políticos que supuestamente compartimos todos.


Esa conversación se me ha quedado fijada en la conciencia y frecuentemente se me hace presente cada vez que las noticias diarias se me atraviesan; por más que haya responsables evidentes en cada problema nacional o local, se me hace imposible no pensar en la cuota de culpa que tenemos por ir cediendo cada día un pedacito de nuestra ciudadanía al miedo, a la comodidad, a los intereses individuales….

Con esta idea martillándome el parietal izquierdo, me di a la tarea de analizar algunas leyes, normas y discurso oficiales de 2010 y lo que va de 2011 para darme cuenta que la palabra ciudadano va desapareciendo. Así, ya no son ciudadanos los que necesitan casas sino “pobladores o pobladoras”, tampoco son ciudadanos quienes intercambian bienes o servicios sino “prosumidores o prosumidoras”; poco a poco nuevas leyes van sustituyendo el concepto de ciudadanía por conceptos donde el ejercicio de los derechos se van haciendo dependientes de la participación en las “misiones”, implicando la supremacía de la colectivización y diluyendo la concreción individual de los derechos humanos. Ni que decir de los tratos protocolares, ya el Presidente de la República no se refiere a los titulares de los otros “poderes” del estado como Ciudadana Presidenta de…. sino señora, camarada, compañero… dejando claro que no están ahí para velar por el ejercicio de los derechos constitucionales de los venezolanos, sino para velar por la construcción de un modelo político anti histórico comprobadamente fracasado.

Para comenzar a debatir con estas ideas, traigo a colación una de las definiciones que de ciudadano tiene el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua en el avance de su próxima edición: "Ciudadano: …/… 3. m. y f. Persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes." Y vaya que esta definición dice mucho, más cuando parte de la sociedad venezolana ha sido expresamente excluida del ejercicio de sus derechos por su opinión política, en parte porque se ha dejado pero principalmente por la acción descarada de los poderes del Estado. 

Es mi propósito ir compartiendo con quienes lean este blog, algunos conceptos de ciudadanía y las realidades y percepciones que desde distintas visiones del acontecer venezolano podamos tener de su deterioro o no, de su necesidad para evolucionar como nación y de las tareas que habrá que desarrollar para ello. Sobre todo pretendo que discutamos ¿cuánto de la destrucción del concepto de ciudadanía lo hemos permitido nosotros mismos y qué debemos hacer para construirlo?

Espero mucho la crítica, este es un espacio abierto al diálogo libre ¡ a ver si vamos pariendo algunas ideas ! a ver si descubrimos ¿ Dónde están los ciudadanos ?